Independiente de la labor campera, el acierto en la genética del encierro de Manizales hace que una familia se llene de gloria y se una más en el Toro bravo.
Redacción: Héctor Esnéver Garzón Mora – En el Callejón – Web Aliada
Manizales – Colombia. Cuando los objetivos se cumplen a cabalidad, las satisfacciones son tan indescriptibles que solo queda disfrutar del deber cumplido. Creo que es la experiencia que está viviendo la familia Barbero luego de tan redondo triunfo en la Monumental de Manizales, hoy una de las plazas relevantes de América por todo lo que compone su feria, sobre todo la gran afluencia de público, que lo que refleja sin duda alguna que es una verdadera afición a la taurimaquia, independientemente de quienes estén en los carteles. La gloria de un buen trabajo se disfruta como ayer lo vimos en el albero de la capital caldense por parte de la familia Barbero, con alegría, con humildad y muchísima sencillés, sobre todo dando el debido reconocimiento al hombre que estuvo por delante, que se jugó el tipo y cosechó el triunfo, que admirable gesto.
Castellano fue un toro tímido, si el término es permitido, tuvo manifestaciones desde su salida de lo que traía dentro, seguro tendrá algunas condiciones discutibles, pero ver un astado repetidor, encastado, que empencaba el rabo en las acometidas, que jamas abrió la boca, que plantó pelea retirado de las tablas, que jamás renunció al encuentro, hace que hasta el menos entendido se emocione y pida el perdón a la muerte, a ese ritual discutido pero que es la única verdad absoluta de esta vida.
Manuel Jesús –El Cid– creo respetuosamente, debe estar en su hotel repensando si con lo vivido ayer en la Monumental de la Perla del Ruiz donde recibió cariño, respeto, admiración, vale la pena llegar al fin de su vida de Torero en activo, seguramente hay argumentos muy valederos para haber tomado esa decisión, pero la vida continúa y le queda en sus gratos recuerdos esta expresión auténtica de una afición que agradece todo lo hecho por las feria de esta ciudad hermosa del departamento de Caldas.
Le cantó el gallo a Román Collado, su paso por Colombia lo habían dejado con sin sabores, el año anterior en Lenguazaque no tuvo materia prima y lo mismo le sucedió en la última feria de la Cañaveralejo de Cali, ahora, debe estar enfilando energías para afrontar una temporada que de seguro será muy interesante, arrancar el año con un triunfo tan significativo hace que la disposición sea latente y los compromisos del 2020 tengan un mayor interés, se lo merece, lo mismo que la afición por su concepto del buen torear.
Los retos que vienen para el sogamoseño Juan Sebastián Hernández son grandes, ya se doctoró y con buenas credenciales, ahora a buscar los puestos en los hoy escasos festejos que da nuestra querida Patria, no hay que ser pesimistas, pero si se quiere, puede buscar ruedos internacionales que aparte de ayudar en lo económico, fortalecerá esas buenas condiciones que posee, seguro seguirá la gloria del trabajo.