Madrid Vota Victorino

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De Justo y “Director” el 6º. Foto: www.las-ventas.com

En el aniversario de su ancestro, la muy encastada aunque dispar corrida de Victorino Martín fue ovacionada en cinco arrastres. Emilio de Justó perdió por centímetros la puerta grande, Daniel Luque saludado y Octavio Chacón silenciado con dureza.

Jamás imaginó don Hipólito de Queralt y Fernández-Maquieira, XII marqués de Albaserrada, que muchos años después (100 exactos hoy) un modesto ganadero de Galapagar hubiese de llevar su encaste a los niveles legendarios a los que lo elevó. Para conmemorar el centenario del debut en Madrid, (entonces Plaza de la Fuente del Berro), Victorino Martín hijo, trajo a Las Ventas una corrida entipada y muy enrazada toda. Cárdena en diversos matices, asaltillada de cuerpo y cuerna, con sus 542 kilos promedio, peleó y recibió mucho en varas, exigió a morir, aró el ruedo y vendió cara su vida, emocionando y cotizando el toreo. La plaza casi llena refrendó su victorinismo y ovacionó cinco arrastres.

La tarde se iba con la ganadería ganando por goleada. Cuando saltó el sexto. Emilio de Justo, sin preámbulos le ligó un ramillete de cuatro verónicas muy cargadas y tres medias torerísimas. “Director” las tomó con fijeza y tranco leal. El público, fatigado de sustos, vislumbró la luz de la nobleza y apostó a ciegas por la faena. No así el viento que no cesó. Germán González atinadamente dosificó el castigo. En banderillas, Ángel Goméz corriéndolo a una mano cae a merced y recibe inerme varios envites sin ser cazado, mientras sus compañeros Morenito de Arles y Manuel Pérez Valcarce se lucen y saludan con él.

El toro, bravo y noble, aunque sin demasiado poder, humilló de manera increíble y se acompasó a la lenta faena. No fue perfecta (el viento lo impedía), pero fue una gran faena. De dos manos, de dos pitones, de trapo por delante, de trazo limpio y bajo, de vaciado posterior y ligazón. Las jaleadas tandas, muchas de más de seis muletazos parecieron suficientes, pero una última de naturales a pie junto que hubiese podido derrumbar la obra salió nítida. La ejecución de la estocada impecable, la hoja total hasta los gavilanes, el efecto fulminante… Parecía el triunfo total que merecía el cierre de la conmemoración, la petición fue furiosa, pero la telemetría impidió que don Trinidad López-Pastor Expósito autorizara la procesión triunfal. Nadie puso glosas a la oreja. Con el tercero, flojo y desentendido, el único no aplaudido, sus buenos oficios ambidiestros no fueron valorados. Tampoco los dos pinchazos, la estocada y el descabello.

Daniel Luque, vio como el segundo era dura y malamente picado por Juan de Dios Quinta. Sin embargo, así, con los dos costados bañados en sangre y mermado, resistió una faena larga y ventosa que tuvo regusto derecho y disgusto izquierdo. Un par y uno de pecho brillaron entre otros menos embrocados. La espada pasada y desprendida dejó el premio en un saludo y una ovación al buen toro que de haber sido mejor picado hubiese brindado quizá mayores cosas al maestro de la cuadrilla. Con el bravo cuarto no pudo lucir su buen capote. Y luego la brisa y la cátedra se pusieron de parte del toro, la una descubriéndolo y la otra exigiendo cruces, colocaciones, apreturas. Le asestó un pinchazo hondo y un descabello. “Me pedían que me cruzara, pues mira como tengo el traje, cada que pasaba parecía que lo tenía por dentro”. Declaró.

Octavio Chacón, abrió la tarde con “Milhijos” que sacó mil intenciones, acometía pronto y se revolvía en un palmo buscando carne. “Típico de la casa” dijo el ganadero. La capa templada y dominante lo llevó a los medios y lo paró con chicuelina. La muleta entabló una reyerta de toma y dame. Toreo de piernas que los públicos modernos no sienten, pero en la cual hubo pases de mérito, aguantando y alargando las complejas acometidas. En una natural, el fiero punteó la pierna y al tiempo con la cabezada impactó el rostro del torero. Estocada desprendida y un silencio inexplicable a quien se la jugó sin cartón. El cuarto, “Bolsiquero” secundado por el ventarrón se adueñó por bajo, pase tras pase, del terreno sin dar tregua. El gaditano con un gran volapié, le pegó un estocadón fulminante que no fue reconocido.

Nada de frivolidades. La tarde fue muy seria. Por momentos, si se quiere, de trágicos aires hemingwyanos. Los toros apretando, el vendaval arreciando, las muletas flameando y los puristas pidiendo cruzarse y arrimarse. Dura verdad de la fiesta que los victorinos reflotan siempre. Quizá por eso, más que por cualquier otra cosa, Madrid los adora.

FICHA DEL FESTEJO
Madrid. Miércoles 29 de mayo de 2019. Plaza de Las Ventas 16ª de San Isidro. Casi lleno. Sol, nubes y viento. Seis toros cuatreños de Victorino Martín, dispares, muy encastados, ovacionados todos en el arrastre.

Octavio Chacón, silencio y silencio
Daniel Luque, saludo tras aviso y silencio tras aviso.
Emilio de Justo, silencio y oreja.

Incidencias: Saludaron en banderillas: Ángel Gómez lidiando y Morenito de Arles y Manuel Pérez Valcarce pareando.

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