El apasionado toreo de Roca rey arroba una Maestranza llena hasta las banderas y cierra en triunfo de dos orejas y petición de rabo una tarde que no había querido romper del todo. Un clásico y doblemente ovacionado Manzanares honra la suerte suprema. Castella silenciado. Blando encierro de Cuvillo.
Se iba en blanco la tarde larga, de ocho toros, y en la taquilla el cartel de “no hay localidades” penaba como un inri. Pero no digas no cuando aún faltan un toro y Roca Rey. Ni siquiera si el negro, cinqueño, de amplia cuna, “Encendido” blandea de salida. No digas no. Pues entre no dejarlo picar y despreciando el ventarrón, la capa del joven limeño lanzó su proclama; farol, gaonera, caleresina y brionesa. El toro la sintió y luego codicioso, respondió al desafío, con las dos rodillas en tierra que lanzó el torero. Fue tras la muleta una y otra vez, humillado, bravo, encelado, circular. Ya en los medios, encontró una mano baja, un cuerpo al viaje y ambos, toro y torero, lejos de todos, trenzados en duelo pusieron la gente de pie y la banda en arrebato. Cuando el hombre manda todos los terrenos son suyos, decía Belmonte, y ahí en los que fueron terrenos del toro se jugó la suerte y la faena entera. Y de ahí ascendió la emoción por el graderío hasta el tejadillo, y no solo todos los terrenos, sino la plaza entera fue del peruano. Y como por abrumar, la ofrenda de valor en un arrimón final de miedo. El volapié leal, el estoconazo, el animal rodado y la locura. Las dos orejas, y la petición de rabo y de vuelta para el arrastre no concedidas por el circunspecto don Fernando Fernández-Figueroa.
Con el áspero tercero bis, también valiente y pudiente hubiese podido abonar la Puerta del Príncipe, seguro, tenía pelo en las manos, cuando la punta del estoque asomó y todo quedó en ovacionado saludo.
José María Manzanares, con sus dos canónicas ejecuciones de la suerte suprema condecoró la tarde y explicó una vez más que la razón de ser del toreo es el sacrifico ritual, honorable, puro del animal sagrado. Que es el único fin, lo que justifica todo. Al remolón tercero toreado con su proverbial pulcritud y distinción, le citó a recibir, lo esperó lo toreó y a pie firme clavó hasta los gavilanes, un centímetro contrario sí, por lo cual, sonaron dos avisos y aunque hubiese sonado el tercero esa forma tan natural, el toro hacia el torero y no al contrario. Lo dijo todo. Al quinto bis, muy quedado, tuvo que arrancarle al volapié. Perfecto de nuevo. Qué bueno, en esta época que asume que el toreo se hizo para burlarse del toro, haya oficiantes así, que aún evoquen a Pedro Romero y a Costillares. La doble ovación en el tercio lo reconoció en este mismo histórico ruedo donde los dos gloriosos espadas construyeron su prestigio y el del toreo. Conmovedor.
Sebastián Castella, estuvo y no estuvo. Su lote no era de lucimiento pero al parecer su ánimo tampoco. Displicente y breve con el blando primero, que de comienzo no le gustó, y enfadado con el idem cuarto que tampoco. El público fue más que tolerante, afectuoso con el francés, pero no hasta ovacionarle. Despachó a uno de media espada saliéndose de la suerte y al otro con estocada trasera caída.
Los ocho de Núñez del Cuvillo, cinqueños, excepto el cuarto. Cinco negros, dos colorados y un castaño, dieron 542 kilos promedio. Querían y no podían. Los venció más la flojera que la falta de bravura. El último, humillador y peleador, abrillantado por la emocionante lidia sacó la cara por todos. Ovacionado tras una petición de vuelta fue el de la honrilla.
Pasaron cosas importantes, con significado, con intensidad las estadísticas son lo de menos, esto no es beisbol. Entre tantos buenos aficionados, asistió la Infanta Doña Helena de Borbón, a las gradas, abajito del palco que tantas veces ocupó su abuela. Manzanares le brindó el segundo. Bien.
FICHA DEL FESTEJO
Sevilla. Viernes 3 de mayo de 2019. Plaza de la Maestranza. Lleno de no hay billetes. 3ª de Feria. Sol, calor y viento. Ocho toros de Núñez del Cuvillo, devueltos el 3º y 5º, se lidian en su lugar 1º y 2º sobreros. bien presentados blandos y justos de raza.
Castella, silencio y silencio.
Manzanares, saludo tras dos avisos y saludo.
Roca Rey, Saludo y dos orejas con petición de rabo.
Incidencias: Saludó Suso tras parear al 5º bis.