El venezolano llevó las emociones a tope, desorejó al sexto y cerró en triunfo un festivo festival. Tres alegres cárdenos de los González, un Ferrera maestro y un Flores enfibrado fueron los elementos del éxito.
Redacción: Jorge Arturo Díaz Reyes
Cali – Colombia. Con tres cuartos de plaza y una sobria procesión religiosa comenzó la noche de los machos de Salento. Oscuros, negros, cornivueltos, de moderada estatura muy en el tipo de su casa. Tres, repetidores, galopadores, fijos y a fondo fueron arrastrados con honores. El primero aplaudido, el cuarto con vuelta al ruedo y el sexto ovacionado. De haberlos matado como Dios manda el orejerío hubiese sido mayúsculo. Los otros mansearon y sacaron santacolomeños malosmodos.
Antonio Ferrera, Se permitió fantasías, pinturerías y alardes con el de apertura poniendo la parroquia en ascuas. Poderoso y creativo. Pero se pasó de faena, le costó igualar, pinchó antes de la estocada. Mereció la oreja y no se la pidieron. Allá ellos.
Sebastián Castella, porfío y porfió hasta que el taimado manso le sorprendió, le desarmó, le correteo, le cazó y le voltereteó con aparato. La gente se solidarizó con el vapuleado y le sacó a saludar tras el espadazo final.
Luis Bolívar, lanceó al tercero, con exquisito temple en un par de bellas verónicas, antes que sus banderilleros Rodríguez y Morales saludaran. Después, tras dos buensas tandas derechas el descastado renunció irrevocablemente, la bulla se acabó y ni la estocada fue agradecida por los paisanos.
Sergio Flores y el quinto salieron y formaron el guateque. La bravura del uno y la decisión del otro con un toreo terrígeno y acorazonado se trenzaron en una faena intensa que hizo hervir la plaza. Igualó perfecto tres veces y tres veces los protectores de animales le hicieron desistir, chillando por el indulto. Cuando Usía se puso perentorio entró a destiempo, pinchó, puso media abajo, otra completa, le avisaron y solo saludó. La lida no es asunto de democracia.
Ginés Marín, no quiso ni mirar al manso quinto. Par trapazos y a pinchar, a estoquear sin efecto, a descabellar cinco veces en medio de tremenda bronca y nada.
El sexto salió a toda y Jesús Enrique Colombo, lo recibió con larga cambiadas de rodillas ¡mirando al tendido! Cuatro verónicas y media idem, y se formó la marimorena. El Salento a tono. Tres navarras, revolera y dele que dele. Coge
palos, se adorna y de largo a topacarnero, par. El segundo al sesgo solo medio. El tercero al violín, par. Y un cuarto autorizado al cuarteo le hicieron dueño de la noche. Cierto, hubo desigual colocación, pero la coreografía de los cites y la emoción de las ejecuciones primó sobre todas las cosas. Con la muleta el clima fue in crescendo hasta la estocada eficaz que borró el pinchazo arriba y puso de acuerdo a paganinis y palco en dar los máximos trofeos.
Este desahogo hacía falta en una feria que naufragaba en mansedumbre, vanos esfuerzos y buenas intenciones malogradas.
Ficha del Festejo
Cali. Diciembre 29 2018. Plaza de Cañaveralejo. Festival, 4ª de feria. Lluvia. Tres cuartos del aforo. Machos de Salento, parejos y de juego diverso. Vuelta al ruedo al cuarto «Monje». Antonio Ferrera, saludo. Sebastián Castella, saludo. Luis Bolívar, silencio. Sergio Flores, saludo. Ginés Marín, bronca. Jesús Enrique Colombo, dos orejas.