Un desdibujado Talavante, un sobreexigido Lorenzo y un voluntarioso Luis David sufren los rigores del sorteo con una corrida de Adolfo sin mayor virtud.
Redacción: Marco Antonio Hierro – Cultoro.es – Web Aliada – Foto: Luis Sánchez Olmedo
Madrid – España. Lo malo que tienen las apuestas, en general, es que no siempre se gana con ellas. Es más, si lo más habitual fuera ganar no habría bancas que se forraran con ellas. Lo que no es tan común -ni tan lógico saliendo del mundo del toro- es que se abronque y se vilipendie a quienes decidieron jugarse la carrera -y la vida- con lo que saliera de un bombo para solaz de 23.000. Porque el bombo les puso una bala a cada uno en el arma de asaltar la gloria. Dos le otorgó a Talavante. Pero la tarde de hoy fue como si el disparo se lo hubieran pegado en el pie.
Un tiro en el pie fue ver la cara blanquecina y demacrada de Alejandro cuando los pitos acompañaban la salida de una plaza que estaba previsto que reventase de toreo a esas alturas de la noche. Lo fue la ovación que acompañó a destazar a los despojos del primer cárdeno, sin entrega ni verdad, o del cuarto gris, mentiroso y deslucido, con los que no pudo Talavante dejar nada más que algún chispazo suelto. Anduvo mortecino después de haber comenzado la tarde con una declaración de intenciones en la puerta de chiqueros. Pero de eso, tras el tedio de faena, no se acordaba ni el apuntador.
Tampoco de que el extremeño fue la única figura en dar un paso al frente para estar en octubre en el punto de mira de todos. No se acordaban de que el célebre bombo que repartió las balas tuvo en sus entrañas la suerte de Alejandro por partida doble. Y después de cinco tardes, cinco, en el corazón del toreo, le daban las ocho y poco cojeando de un tiro en el pie. Inaudito, pero cierto. Porque este sistema que fagocita toreros con voraz apetito traidor es capaz de apuntillar a sus gallinas cuando no les dan entero el oro del que se hacen sus huevos. Y terminan la de Otoño escrita para su mito lamiéndose las heridas de un vulgar tiro en el pie.
Vulgar como la embestida sin entrega del único cárdeno que mató Lorenzo en su regreso a Madrid. Este Madrid que se lo ha dado todo le perdonó poco hoy el atragantón de acero después de haber firmado la ley de los mejores naturales que la tarde vio. Fueron al animal grandón y anmorrillado de Mayalde que saltó quinto bis para humillar y embestir. Pero salió lastimado del penco, donde recargó un ratito sin más gloria por no ser gris. Y no lo era, no, pero hubiera mantenido esa humillación, hubiera sacado el ritmo y hubiera apuntalado la entrega con algo más de condición para que durase más la ilusión zurda de Álvaro. El único, por otra parte, que no salió doliéndose de su tiro en el pie.
Porque sí lo hizo Luis David, demasiado bisoño para tarde tan densa, que bastante voluntad expuso para lo poco que recibió. Hoy comprendió el mexicano que la exigencia de Adolfo no procede sólo del animal a lidiar. Hoy entendió que hay etiquetas que no tratan a todo el mundo por igual. Hoy se pegó un tiro en el pie por aceptar ese bombo que le hizo un flaco favor allá por el 27 de agosto. Pero vino por apostar. Igual que sus compañeros de hoy. Y se fue mientras pitaban desde el tendido de Madrid, donde la crueldad se regala con la misma facilidad que se profiere un grito.
Ayer anunció Simón Casas que ya trabaja en idear un sorteo para San Isidro 2019. Si los que llenan son los que mandan, no es fácil que se arriesguen a recibir el tiro en el pie. Porque también podría dar en cualquier otra parte.
Ficha del Festejo
Plaza de toros de Las Ventas, Madrid. Cuarta de la feria de Otoño. Corrida de toros. Lleno. Seis toros de Adolfo Martín y uno, el quinto bis, de Conde de Mayalde. Muy desiguales de presencia, pero en los varios tipos de la casa. Mentiroso y merodeador el mirón primero, de nula entrega. De clara humillación a zurdas el medidor segundo. De buena calidad y entrega el tercero, de lenta embestida. Sin empleo ni humillación el deslucido cuarto. Con calidad pero sin ritmo ni fuelle el sobrero quinto. Exigente y con transmisión el sexto. Alejandro Talavante (verde hoja y oro): silencio y pitos. Álvaro Lorenzo (sangre de toro y oro): silencio y silencio tras aviso. Luis David Adame (marino y oro): silencio y silencio tras aviso.