Redacción: Emilio Trigo – Cultoro.com – Web Aliada – Foto: Sara de la Fuente
El sevillano saca el mayor rédito de una corrida de Victorino que no terminó de romper; Ferrera se justificó y Luque mostró su mejor versión.
Sevilla – España. La Maestranza estaba a reventar el sábado del ‘pescaíto’. Lleno hasta la bandera para la corrida del homenaje a Víctorino, con una terna compuesta por Ferrera, Escribano y Luque.
El primero levantó palmas nada más salir al ruedo. Prototipo de la casa ganadera el que abrió plaza. Un cárdeno que hechó la cara abajo en el estribo del tendido 9 pero que tiró la cara arriba en el encuentro capotero. Ferrera despejado de mente lo vio claro, le echó la bamba del capote y los vuelos abajo por el izquierdo para que el toro la tomara con extraordinario son. Saludo antiguo, añejo, andando para atrás pero con mucha suavidad. Lo metió en el caballo de largo y respondió con brío el Víctorino. Empujó abajo metiendo riñones en esa entrada, la otra fue con la misma fijeza pero sin castigar como en la anterior. El tercio de banderillas se los dejó a los de plata. Por cierto, estuvieron profesiones. El abreplaza llegó al último tercio con la gaita levanta y con demasiadas intenciones de no embestir. Viaje corto, de poca transmisión y un punto reservón. Con él Ferrera lo muleteó por ambos pitones con oficio pero sin embraguetarse del todo, eso sí con la madurez que dan los años. Astado complicado puesto que al bajar la mano se derrumbaba y al llevarle a media altura no humillaba. Sólo una tanda con la siniestra tuvo cierta compostura, a derechas, los muletazos carecían de contenido ante uno deslucido. Atascado con la espada. Silencio.
El cuarto lo lanceó Ferrera con buenas formas, pero aquello no calentó al personal. El de la A embestía haciendo surcos por el derecho y metiéndose por el izquierdo. Toro que pareció mermarse tras un segundo puyazo muy mal ubicado poniéndose remiso a embestir. Las banderillas sin levantar el ánimo. El extremeño tuvo enfrente un animal bello en su morfología pero de mínimo poder con una arranca anodina. Impropio la falta de empuje de un Víctorino con tan buena presencia pero vacío. Ferrera se justificó más de la cuenta pero sin resultado alguno. Lo mejor la estocada.
Escribano, empezó como siempre, fiel a su historia. Y es que se fue a chiqueros para recibir a portagayola al segundo. Sumó Manuel una nueva gesta en las estadísticas y protagonizó otro pasaje emocionante. Tragó, aguantó y se la enjaretó muy limpia después de haberle medido en la salida. A pie, lances a la verónica con mucha verdad. Toro de Martín, que se reponía muy pronto con las manos, medía sacando sentido, alargando el cuello. Toro de fatiga en todos los tercios. En el tercio de varas, se dejó pegar en sus dos encuentros con Curro Sanlúcar. El de Gerena, cogió los palos para seguir demostrando que en su tauromaquia las banderillas son señas de identidad. Buen tercio del sevillano que gustó mucho a la parroquia. El segundo continuaba enseñado la guasa que llevaba dentro con embestidas dormidas y al paso. Escribano sin ninguna fisura en su construcción aguantó esas inercias a cara y cruz, puesto que las arrancadas eran de poner nervioso al más pintado. Pulsaciones a cero las suyas, las del resto de los mortales en un tris. Soltó algunos muy buenos por el pitón inquisidor donde trazó largo y abajo. Por el otro, la cruzada era casi un milagro. Labor profesional y para profesionales, donde no vendió ningún pasaje pero estuvo para comprarle toda la obra. Refrendó de estocada y dos descabellos. Ovación y saludos.
Nos espabilamos en el quinto cuando estábamos medio adormilados. Otra vez Escribano atravesó el albero maestrante para plantarse de hinojos en la puerta de chiqueros. Dos de dos. A este tras salir apurado de la larga cambiada, le formó un lío de cante con el percal. Dos largas cambiadas más en el interior del tercio y sensacionales verónicas en él misma puerta del portón de los sustos. Allí compuso la figura y floreció el lance con las palmas de las manos. Enorme el sevillano que puso en pie al Coso del Baratillo, tanto fue que sonó la música en su honor. Se cuidó lo justo, lo preciso, para no atracar la fortaleza del toro. Cambio y a banderillas. Tercio donde volvió a jugarse el tipo sobre todo en el último par sentado en el estribo. Demostración de torería y hombría con el toro acometiendo andando. A lo mexicano como diría aquel. Exteriorizó el de Las Tiesas mucha clase pero muy poco poder. No había fondo de armario en el segundo del lote y su viaje se mermó a la vez que transcurría la faena. Manuel muy suave lo llevo amarradito en el trapo pero a pesar de que el trazo era armónico no había transmisión. Lo intentó sin perder la paciencia pero a esas alturas la educada parroquia la había casi perdido. La espada funcionó en esta ocasión. Se le pidió la oreja por la espada y por el conjunto de sus actuaciones. El palco desestimó la petición. Vuelta tras petición.
El tercero fue un regalito. Astado muy complicado durante toda su lidia con un comportamiento duro, reservón, probón, de viaje corto y más mirón que una cartilla bancaria a final de mes. Luque se peleó con el toro en el último tercio. Torero poderoso, curtido y maduro, conocedor que el envite era de quedarse sin saliva. Le echó muchos aditivos para hacer una tortilla de las que pesan muchos kilos. Se jugó el tipo toreando en el sitio donde él guasa te quita el sitio para siempre, pero el Víctorino no sabía que a ‘cojones’ ganaba Luque. Lo muleteó despreciando el cuerpo, la vida y se fajó con él para imponer su ley. Una sentencia muletera que finalizó con torero antiguo sobre los pies y macheteando a su duro, muy duro antagonista. Daniel falló a espadas varias veces y eso fue el único borrón en su capaz y poderosa labor. Al final, el toro se tragó la muerte y la gente lo aplaudió al igual que a Luque. Antes no hubo lucimiento con el percal puesto que en el recibo ya destapó sus ideas. En varas cumplió y en banderillas perdonó a Juan Contreras cuando lo tuvo a merced.
El cierraplaza remató en los burladeros con prontitud y luciendo pies, pero manifestando tendencias huidizas. Luque lo recogió por lances pero tras sujetarlo lo sacó para afuera jugando los brazos por los dos pitones. Durante la lidia, en cada encuentro capotero el astado tenía una permanente salida en dirección a chiqueros. Otro que tras aflojarlo en el peto embistió recordando el campo mexicano. Dormido, sin tralla y con poco brío. Caricol y Cervantes se desmonteraron en su tercio. Daniel Luque tiró de confianza interior, de toreo pausado donde consintió las miradas del sexto pata convencerlo que tenía que romper para adelante. Las primeras tandas le hizo creer al toro que él dueño del escenario, pero la realidad es que estaba amasando su propia capacidad. Estuvo muy firme con su antagonista sin tirones y todo suavidad pero su oponente no ayudó en humillar ni en durar tampoco. Algunos tuvieron reposo y la clase que tiene el de Gerena, pero tampoco el sexto remedió el desaguisado ganadero.
Ficha del Festejo
Plaza de toros de La Maestranza, Sevilla. Feria de Abril. Sexta de abono. Lleno en los tendidos. Toros de Victorino Martín, en tipo y hechuras. Áspero y reponedor el primero; de potable pitón izquierdo el serio segundo; medidor y duro de patas el costosísimo tercero; de fijeza y celo sin romper el lastimado cuarto; humillador y obediente el feble quinto, de calidad en la embestida; exigente pero agradecido el sexto a menos. Antonio Ferrera (fucsia y oro): silencio y silencio. Manuel Escribano (negro y oro): ovación y vuelta al ruedo. Daniel Luque (ciruela y oro): palmas y ovación.