Plaza Heroica

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Redacción:  Jorge Arturo Díaz Reyes.

Cali, 19 de enero 2018 – Si hay una plaza de toros que merezca ese título sería la Santamaría de Bogotá. Durante seis años atacada sin clemencia por abigarradas fuerzas fanáticas e inquisitoriales.

Por alto y por bajo, intolerantes de diversa condición, han descargado contra su razón de ser todas las formas de agresión, legales e ilegales. No han escatimado; del insulto al anatema, del escupitajo a la bomba, del grito callejero a la campaña mediática, del motín al parlamento. Pretextando siempre su “piedad” irracionalista, la han profanado, destruido su museo y perseguido su feligresía.

Como Cartagena de Indias “La heroica”, que en 1741 derrotó el asedio de la flota más poderosa de aquel tiempo, la Santamaría se ha mantenido firme y desde el sábado reanudará el culto fundacional.

Aquella, resistió dos meses largos capitaneada por un aguerrido soldado guipuzcoano al que la guerra solo había dejado medio cuerpo. Esta, lo ha hecho más de un lustro, defendida por un joven abogado payanés, resistente civil, quien ha librado la batalla en las cortes. Hasta hoy con éxito.

No solo es la lucha por nuestra cultura, dice, es por la libertad y el derecho humano. Eso la hace irrenunciable.

El almirante inglés Vernon que traía en sus barcos medallas conmemorativas de una victoria segura, tuvo que guardárselas y regresar vencido hace 276 años. Los antitaurinos de acá, todavía no. Su ofensiva sigue con el proyecto de ley prohibicionista, rastro de un renunciado ministro del interior, para cuya consideración el congreso, preocupado por cosas más importantes, ni siquiera se dignó hacer quórum el pasado diciembre.

Tres novilleros, frente a utreros del ganadero español Jerónimo Pimentel, criados a 42 kilómetros de la plaza, reabrirán la temporada en cuatro días. Luego, se darán corridas de toros los domingos, hasta el 18 de febrero, cuando El Juli alternará mano a mano con el primer espada de Colombia, Luis Bolívar.

Bogotá refrendará su tradición un año más. Esperamos qué en paz, como manda la Constitución. El antitaurino alcalde Peñaloza es responsable. Quiera que no.

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