Redacción: Juan Guillermo Palacio
Volvió a suceder. La corrida más cara de esta feria, la que tenía la responsabilidad de darle lucimiento y carácter de histórico y memorable a la feria colombiana que ha contratado los mejores toreros, volvió a ser motivo de decepción.
Cali – Colombia. Es increíble que la corrida con mayor asistencia, casi se llena, de una feria que lleva años probando estrategias para volver a atraer a un público que se ha vuelto esquivo, tenga el mismo desenlace: la mansedumbre.
Ni siquiera la maestría de Enrique Ponce, máximo entendedor del toro y curandero del manso, pudo tapar los problemas del encierro (de la feria, de la cabaña brava nacional…) ni crear una sensación de espectáculo que le diera a los asistentes razones para celebrar.
Su primer toro -que resbaló después de varas, aró la tierra con sus pezuñas y trastabilló- terminó embistiendo en redondos triples en los que llegó a planear como un avión. Como si Ponce lo sostuviera como a una marioneta, con hilos invisibles cosidos al estaquillador.
Lo que Ponce hizo con el tercero, primer sobrero de González Caicedo, fue todavía más sorprendente: someter y hacer girar a un torito que se fugaba permanentemente a las tablas con la misma obediencia con que la tierra gira alrededor del Sol.
El peruano Andrés Roca Rey también resultó afectado por la mansedumbre del segundo encierro de Rincón. En la versión 2017 intenta darle más participación al toreo fundamental en su repertorio, sin tener que recurrir a trucos tremendistas y a actos de doble cinematográfico. Es cierto, los toros no ofrecían esa sensación de terror que se requiere para llevar a cabo su toreo temerario. Aunque mostró deseos, Roca Rey pasó inédito, pero no por su responsabilidad.
En síntesis, fue un encierro mejor presentado que la corrida anterior, también de Las Ventas, pero no lo suficiente para la categoría de la plaza.
Lo cierto es que el fracaso de estas dos corridas de Las Ventas y la presentación de tres de los cuatro encierros, exceptuando a Achury, deja preguntas que es necesario responder si se quieren tomar decisiones para reorientar la feria y la tauromaquia en Colombia:
¿Por qué correr el riesgo de lidiar toros de una sola ganadería para las dos corridas mejor rematadas de la temporada? ¿Qué responsabilidad tienen el veedor y la junta técnica al aprobar tres encierros con una presentación más cercana a un festival? ¿Qué presiones e intereses hay detrás? ¿Cuál es el estado real de la cabaña brava colombiana? ¿La feria de Cali tiene un problema estructural? ¿Tenemos los toros suficientes para cubrir con dignidad una temporada? Si las leyes fitosanitarias lo permiten, ¿sería conveniente traer toros de ganaderías de España, Ecuador y Perú?
En el ruedo, los problemas siempre salen a relucir. La asistencia de hoy demuestra que en Cali hay mucha afición. Son clientes que solo están esperando que se les ofrezca un espectáculo digno, acorde al reglamento, donde el interés general esté por encima de las ambiciones personales.
Síntesis del festejo:
Temporada 60 de la Feria de Cali, viernes 29 de diciembre del 2017. Cuarta corrida. Día despejado. Casi lleno. Se lidiaron toros de Las Ventas del Espíritu Santo, justos de presentación, salvo el primero y el sexto. Mansos. Fueron devueltos tercero y cuarto, el primero por cojo y el otro, extrañamente, por manso. El primero dio la vuelta al ruedo (extrañamente). Los sobreros de Ernesto González (encaste Santa Coloma) fueron terciados y mansos. Enrique Ponce: 2 orejas, saludo y vuelta, saludo tras aviso. Andrés Roca Rey: palmas en los tres.
La feria continúa hoy sábado 30 con los toros de Salento para Miguel Ángel Perera, Luis Bolívar y López Simón.