Redacción: Marco A. Hierro – Cultoro.com – Web Aliada – Foto: Luis Sánchez Olmedo
Alejandro Talavante confirma, con sangre y pelo, que es hoy por hoy el consentido de Madrid, en una tarde de poca conexión de Juan Bautista y escaso eco de Roca Rey.
Madrid – España. Pasó el ciclón por Las Ventas con un lleno a reventar, alegría en la reventa y la expectación en la plaza de las tardes toreras y grandes. Pasó el ciclón por Madrid, pero a penas lo notó Las Ventas, acostumbrada como está a que vuele un colibrí y se levante un vendaval. Recibían 24.000 personas al peruano en la calle de Alcalá y al marcharse -para volver pronto- ya no tenía el foco de las miradas en el pecho Andrés. El anticiclón, que llegó de Extremadura, remendaba la carne mellada por un informal pitón bien cuajado al natural.
Fue en el quinto acto cuando se alinearon los muchos planetas que dejó en el aire la corrida de Cuvillo. Encierro de matices y de excepciones que no le metió miedo a nadie salvo por las caras colocadas hacia arriba, como es norma de esta plaza. Y cuanto más, mejor, no vaya a ser que resulten agresivos de verdad. Encierro con matices, digo, pero también con importancia, porque todos, salvo el lesionado sexto, tuvieron opciones -en mayor o menor grado- para el que manejaba las telas. Después, claro está, destacaron los evidentes, porque la emotiva arrancada de morro por el suelo y pitón diestro empujando trapo del segundo se puede confundir con la casta, pero ni Álvaro Núñez ni servidor enterrarán la riqueza de matices de esa embestida en esa palabra ataud: casta.
Casta tuvo Alejandro Talavante para volver a la cara después del mal gesto que lo echó a volar con una cuarta de pitón en el muslo derecho. Fue con el quinto, con el emotivo, con el repetidor, con el humillado… y también con el informal regateador que le había quebrado la cintura dos veces a Talavante antes de echarlo a los lomos. Porque se sabía herido Alejandro, pero también que no era mucho lo que sangraba el agujero. Y fue allí cuando el anticiclón -que venía con tal cometido desde el hotel- tornó su objetivo inicial para enfocarlo a reventar por abajo al negro toro de Cuvillo. Y a fe que lo hizo.
Lo hizo con seguridad, pero ligerito, tal como embestía el Cuvillo en el trapo al natural. Lo hizo con la fe puesta en que ya no había ropa que guardar, de modo que podía mojarse la cintura. Y se quebró en cuatro naturales de mano baja, una trinchera con toque final para echarlo un poco más adelante y uno de pecho monumental con los pies juntos y el alma desmayada. Y ese cambio de mano al ir a colocar al animal, debajo del tendido 7, para darle un circular de suprema suavidad y dejarlo con la muerte expuesta… Sublime el extremeño, que sabe que ya es el dueño de Madrid. Y que hoy Madrid miró para otro lado para valorar sus estocadas, por eso paseó una nueva oreja que marca diferencias con los demás. No en vano es -aún lo es para muchos- el anticiclón de 2017.
Porque el ciclón hoy no pasó de ráfaga pura y sincera que sufrió menos con los alardes valerosos que con el toreo fundamental. Tuvo para las dos cosas con los dos toros de su lote, pero no terminó de cuajarle la calidad de emotiva repetición al tercer Cuvillo del día y sólo con el sexto pudo levantar su fama a base de valor de gaonera cambiada y cambiada y vuelta cambiar hasta que le llega el toro al corvejón y suelta un cerrado ¡Ay! el tendido. El mismo que soltó en el inicio de cambiados por la espalda cuando tocaron a muerte, pero ahí tuvo la suerte Andrés de que se había lastimado el Cuvillo y ya no tenía poder cuando le empujó la espalda sin llegar ni a moverlo del sitio. El ciclón no tuvo hoy la misma fuerza que en la taquilla.
Caso aparte es el de Juan Bautista, cuya faena al cuarto, con momentos de mucho interés para el que se precie de aficionado, caló en el tendido de los neutrales lo mismo que una gota de agua en el río. Lo quitó por fregolinas con la capa, respondió al quite de Talavante aún sabiendo que no andaba boyante el animal y no se aburrió en la cara hasta que le solicitaron con insistencia que matase al animal, al que veía mortecino la grada, pero luego nunca se cayó, nunca dejó de embestir, nunca se aburrió de trapo. Por eso lo pasaba bien Juan con la flámula en la mano pese a que no entendiese el vulgo su forma de decir el toreo. No todos los días se habla en todos los idiomas, pero tampoco salen toros para un monólogo interior.
Lo cierto es que con sangre y oreja se marchó Talavante de Madrid, con la duda de saber si acudirá a su cita del 6 de junio. Será con los grises de Victorino y será como revivir un sueño; sólo que por aquel entonces el sueño fue más bien pesadilla y un torero como él necesita enmendarlo. Como enmendó hoy la papeleta en su rol de anticiclón.Y hay que ser muy bueno para ello.
Ficha del Festejo
Plaza de toros de Las Ventas. Decimocuarta de la Feria de San Isidro. Corrida de toros. Lleno de no hay billetes. Seis toros de Núñez del Cuvillo, justos en la presencia, de buena estampa y variada pinta. De movilidad manejable sin clase el salinero primero; de codicioso, emotivo y humillado pitón diestro el bravo segundo; entregado y bravo el exigente y humillado tercero; noble y con duración el Franco cuarto; informal pero emotivo el humillador y rajado quinto; inválido de las manos el sexto. Juan Bautista (sangre de toro y oro): silencio y ovación. Alejandro Talavante (marino y oro): ovación y oreja. Andrés Roca Rey (marino y oro): silencio y ovación.
Parte Médico de Talavante
Herida por asta de toro en tercio inferior cara interna muslo derecho, con una trayectoria hacia arriba y hacia dentro de 20 cm. que produce amplio despegamiento de tejido celular subcutáneo sin afectación de plano muscular. Es intervenido quirúrgicamente en la enfermería de la plaza de toros. Se traslada al hospital San Francisco de Asís con cargo a la Fraternidad. Pronóstico: Reservado. Firmado: Dr. García Padrós.