LOS TERCIOS

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Tercio de Varas

El Tercio de Varas tiene dos objetivos fundamentales: descubrir las condiciones de bravura, temperamento y comportamiento del toro. En ese momento es cuando se aprecia si es bravo o manso, si es fijo o distraído.
Y ahormar al toro para su lidia y muerte, mediante puyazos breves, bien colocados y dosificados, retándole poder y corrigiendo defectos de su embestida.

Para ejecutar esta suerte lo primero es poner al toro en suerte, como cuando se le iguala para estoquearlo. Puesto en suerte, el toro evidencia si fija su atención en la cabalgadura como algo que deba atacar. El picador, con el toro puesto en suerte, también está obligado a torear, que en el toreo del siglo XVII, quería decir «probar la vara».

Torear a caballo es encelar al astado en la cabalgadura mediante un juego de terrenos. La geometría del ruedo implica que la querencia o el chiquero es zona de mansedumbre, y la contraquerencia es zona de bravura.
El buen picador, en solo un tendido, encuentra el punto donde el toro arrancará, al sentirse más comprometido con su bravura o su mansedumbre.

Mientras lo provoca, ha de encelarlo. Es como el torero del que se aplaude que tenga el toque preciso para provocar la embestida del toro en la muleta, lo que es mejor que tocar, pegar zapatillazos o vocear.

Las dos rayas son indicadores de terrenos, no obligaciones.

El buen picador abandona el cobijo de las tablas y va hacia los medios.
El picador, debe lanzar vara mientras aún ofrece el pecho del caballo y sostener la vara y al toro antes de que el animal choque contra el peto, cuando ya el picador está ofreciendo el costado.

El toro ha de acudir con alegría, al galope y ciegamente, y debe meter la cara abajo en el encuentro, además de forzar la embestida con sus cuartos traseros, lo que se denomina «meter riñones»